No puedo, ni podré olvidar tus besos.
Nunca olvidaré el dolor de los excesos
que, gota a gota, gramo a gramo,
me convirtieron en el ser insano,
en la mente abochornada,
que a edades bien tempranas
cayó en su propia depresión;
en la poesía encontró su rutina,
en sus propios sueños la ilusión,
y un mar de esperanza en la bebida;
en el humo verde hayó templanza,
y en tu blanca piel perdió toda la esperanza.


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