Si fuera de los que van a partir,
Madre, no llores por mí.
Este mundo siempre fue cruel,
y en la otra vida estaré con Él.
Sé que aunque alejé mi camino,
Él siempre caminó conmigo
guiando mi vida y mis pasos,
alejándome de todo lo malo.
No sé si fui un hombre feliz
pero hasta hoy te tuve a ti.
Mi madre de carne y hueso,
cubriendo mi rostro de besos.
Hoy, tanto, los echo de menos…
Pero sé que volveré a tenerlos
igual que todos los abrazos
que tantas veces te negué.
Hoy, que el mundo rompe en pedazos
sólo quiero volverte a ver,
poder estar a tu lado
como lo estuve hasta ayer.
Pero si ya nunca podemos,
entreguémonos a Dios y oremos,
y tengamonos siempre presentes
uno al otro en nuestras mentes.
Si me voy, es porque es el momento.
Si te vas, con todos mis lamentos
te brindaré mi existencia.
Y cuando esté otra vez en tu presencia
jugaremos cómo cuando era niño
y mi mayor riqueza era tu cariño.

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