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A tres caladas del cielo
No quedan balas.
Está vacío el cartucho.
Así que fumo,
calada tras calada.
Me escondo entre el humo
y siento unas palabras
que me llevan a un mundo
dónde no existe nada
y todo lo creo yo.
Escribo mis propias barras
y las convierto en canción;
siento que me salen alas
y que vuelo sin motor
sobre un mundo de hadas
con tonos multicolor;
Olvido las cosas malas
y siento latir el corazón.
Menos mal que no tenía balas
y me pillé un colocón,
sino no saldrían las palabras
que antes tan sólo eran nada,
y ahora son mi salvación.
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