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La hija de la vecina
se ha encoñao de mi pitrina
y me vigila por la ventana
cada día de la semana.
A mí me parece una niñata
y una pija malcriada.
De donde se come se cría,
decía siempre mi tía.
Son una pena los valores de ahora
en los que algunas van de señoras
pero solo piensan en grandes pirolas.
Válgame Dios, mi alma.
Así quién no pierde la calma.
Yo dí al mundo lo que pedía
pero pide màs cada día.
Por eso escribo mis poemas.
No para abrir entrepiernas
ni para conseguir plata,
sino porque algo me mata
si tengo que dejar de protestar
y aguantar a tanto subnormal.
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