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Súbete a mí a horcajadas.
Cabalguemos como si no hubiera un mañana.
Estruja mi rostro entre tus piernas.
Haz que me hiervan las venas.
Pon mi cuerpo tan caliente,
y déjame ver que se siente
al profanar tu más dúlce intimidad.
Te aseguro que no hay maldad.
Es sólo la necesidad
de amarte hasta reventar.
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