Muriéndome en cada verso
consigo hallar vida.
Entre un millón de excesos
está la única salida.
Se acabaron los besos.
Esta es la despedida
de un maldito obseso.
Mi alma agradecida
a tanto «de ti me aprovecho»
por hacer ver su desdicha,
a tanto maldito necio
con quien malgasté mi vida
teniéndolos en mi pensamiento
mientras de mí se olvidan.


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