Fumando en mi cuarto a solas

van pasando las horas

recordando aquella boca.

Yo besé a una diosa.

Pobre mortal que conoció el paraíso

en un pequeño piso

a las afueras de la ciudad.

Conocí a libertad,

el placer y el amor.

Después me quedé sin nada;

destrozado el corazón;

loco y desquiciado,

mendigando un nuevo amor,

alguien que me suba al cielo

para volar sin motor.

Mientras tanto fumo y muero

en una triste habitación,

soñando con los recuerdos,

llorando con cada canción.


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